Los planes para Bali se quedaron atrapados en la cinta de equipaje número treinta y siete del aeropuerto. Seguramente aún sigan esperando que alguien los vaya a recoger.
Los veintinueve días siguientes se fueron amoldando con suavidad a los descubrimientos diarios. Cambiamos de ciudad, de shala y de prioridades para sumergirnos de lleno en el epicentro de la isla de los dioses. El olor de sus calles nos cautivó e hicimos hogar en la casa de una familia de tres hermanos. Alli descansamos observando el vuelo de las cometas y nutriendo el cuerpo de healthy food.
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Envié cuatro postales dirección Andalucia. Practiqué en tres salas. Purifiqué el cuerpo con el agua de la montaña. Surgió una nueva ruta para después de Indonesia. Paseamos por campos de arroz al atardecer. Superamos una crisis. Visitamos la tienda etno punk de Camden Town dos veces. Me enamoré del Tempeh. Fuimos a dos sesiones de static dance. Conocimos a un gallego. Los mosquitos me encontraban fácilmente. Por cuatro días practiqué con Sharath Jois y cientos de personas en un museo. Recorrimos la isla con la moto. Abracé a mis profesores de Mysore House Madrid. Bebimos cuatro neipas y siete Ipas. Intercambié un vestido y una camiseta. Fuimos a un Sound Bath. Recibimos dos masajes, uno de ellos con piedras calientes. Compramos el equipo de snorkeling, al fin. Visitamos once templos y nueve cascadas. Se vino un libro. Desayuné granola casera con coco tostado. Me bañé con los Instagrames en una infinity pool con vista a los campos de arroz. Sonreí y agradecí cada día al amanecer.
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Y en el descanso de la guerrera conectè con el impulso vital y resultó tan simple como escuchar el sonido de la respiración a cada instante. Su profundidad me permitió volver a casa y tomar consciencia de lo lejos que me había ido. Surgieron nuevas rutinas que fortalecieron los vínculos que hace un par de años establecí con mi sadhana. Y es ahora cuando empieza el desafío de mantenerla más allá de la shala y de la propia mat para conseguir fluir libre de las fluctuaciones mentales porque en definitiva eso es el yoga. Every day, practice and all is coming.