Bangkok"Jau do iu fil nau, jau do iu fil nau!". El taxista sacó su mueca infalible para epatar turistas, parece entrenado. 

Yo tan solo pretendía fotografiar la primera negociación asiática de Maribelia En Movimiento sobre el precio del Tuk tuk, cuando entrometió su simpática mueca. Revisando la foto encuentro que salió ligeramente borrosa. Deberé a acostumbrarme a las limitaciones de esta cámara del móvil. Igual no es culpa de la cámara, es mi ojo y su mirada desdibujada que desenfoca las calles de Bangkok, los enjambres de ciclomotores, las aceras colapsadas por barbacoas, puestos ambulantes de pad thais, jugos de frutas sospechosas, frituras de alto riesgo. Pincho de sepias, gambas, cangrejos, saltamontes. Brochette de escorpiones.Todo vale, batido en una bruma aceitosa y rancia que por un módico precio innegociable se pega al sudor de la ropa.

Quizás me abruma el jet lag de 37 horas. El viaje pesado, especialmente cuando todavía en el avión tuve que rellenar la visa. Motivo del viaje? Turismo? Trabajo? Voluntariado? Ya empezamos. Revisé toda la lista y no aparecía mi propósito. Marqué "others". Ah pero no bastaba. Puñeteros inquisitivos, estos aduaneros tailandeses como metidos en su caja de juguetes Madelman. Otro, pero cual? Anotar "I have no fucking purpose, ha ha ha", me lo reprimí. Más abajo tocaba revelar la ocupación. Pues cual va a ser! "Rellenar este puto formulario verazmente, pero es imposible, la concha de la madre". En conciso, y en inglés, "engineer", escribí. Pero miento, ya no ejerzo. No controlan bulos en aeropuertos. Tanto da si metes más de 100 mililitros de mentiras líquidas en el equipaje de mano, ni las detectan, ni quieren. En el equipaje facturado bolazos y trolas también cuelan, pesen lo que abulten. O en la visa. Al perecer, 150 mililitros de pasta de dientes son más peligrosos. Luego seguí rellenando casillas como en el Paint o en el Photoshop. Cuando dibujas una silueta y para darle cuerpo pinchas el botoncito del pote de pintura.

"How do you feel now, how do you feel now!". Como una silueta de desdibujos animados derramando todos los cubos de pintura, baldes de picantes y toneles de rancios que le echen. Por el Chinatown de Bangkok, a que me quedo dormido tirando una foto.