Quiso una abeja colarse entre las cuentas del japa mala para encontrar su muerte mientras yo colocaba un par de calabacines en la bolsa de la compra. Durante un breve instante quedó prendida de un finísimo hilo que la unía al aguijón que enterró dentro de la piel de mi muñeca izquierda. Y allí colgada sin vida se dejó zarandear por los movimientos inconscientes de mi brazo mientras el veneno se iba esparciendo por todo el cuerpo.
Tras la mampara de metacrilato la Pili era testigo del último aleteo de la abeja. Aé, de donde ha salio la abeja? Ta picao? Que malaje! Con aplomo deslizó su brazo por un agujero de la mampara, tomó mi mano y con sus dedos robustos sacó el aguijón incrustado en la piel a la primera. Mirándome a los ojos y cubriendo la picadura con la palma de su mano me advirtió del dolor que en esos momentos ya comenzaba a crecer. Aplicó una pomada, milagrosa según ella, que llevaba en su bolso y me regaló un ramillete de hierbabuena para el puchero.
Durante casi un mes el veneno inoculado por la abeja suicida ha estado campando a sus anchas viajando por las diferentes envolturas de mi ser. El cuerpo físico, fue el primero en deshacerse de él gracias a la pomada milagrosa de la Pili y al ungüento mágico de arcilla y amor de mi querida Antonia. Los demás fueron eliminando de a poquito en cada gota de sudor sobre la esterilla y en cada toma de consciencia del momento presente. De los últimos resquicios me despedí ayer a ritmo del superagente 86 en la casa inquieta junto a dos generaciones de mujeres extraordinarias.
Este eclipse solar en luna nueva ha traído cambios de dirección alternativos y una visita salvaje e inesperada en la floki. Han sido momentos donde se ha despertado el dramatismo y la oscuridad ha dificultado la toma de decisiones casi diaria. Ahora, parece ser que está llegando la aceptación de que todas las situaciones forman parte de la vida y dejan siempre un aprendizaje. Y así se revela el mensaje que la abeja depositó tras el veneno, ‘Todo va a salir bien, confía en que cada etapa del viaje es la que necesitas’ Despierto con la sonrisa y la seguridad de que un nuevo camino se abre para continuar la epopeya.