/>Una ventana se abre y una voz en off pregunta, Alexa, va a llover hoy? La niña de siete años observa tras el gran ventanal los rayos de sol que acarician levemente el césped artificial del jardín. Hay un treinta y dos por ciento de probabilidad de lluvia para el día de hoy, responde Alexa. Hoy no se sale que va a llover, dice la voz en off.
La niña se despide del soleado mundo exterior y cabizbaja recorre los pasillos de palacio hasta llegar a su floreado y rosado trono. Allí recoge unos auriculares que llevan su nombre dispuesta a escuchar la ‘no lluvia’ desde la cama mientras fantasea con un paseo por el bosque encantado.
A tres kilómetros y medio de palacio un niño de cinco años es seleccionado por un artista callejero para formar parte de la performance. Imita a un león con furia felina, salta seis veces a la pata coja, sopla velas incombustibles e incluso se atreve a girar un plato chino. Con una gran sonrisa recibe un Chupa Chups como recompensa y saluda triunfalmente a su público inclinando su cuerpo hacia delante. Entusiasmado corre a celebrar con su madre la cual está tecleando sin cesar en la pantalla de su móvil. Intenta llamar su atención en dos ocasiones tirándole del abrigo. Ella se muestra indiferente ante los éxitos de su hijo.
Mientras, un grupo de dos niñas y un niño se encuentran sentados en mitad de un bosque cercano. Sobre la base de un tronco que hace de mesa se esparcen unas minúsculas figuras. En silencio van intercambiando los coloridos personajes sin tocar la bolsa situada en un lateral de la mesa. Ajenos a cualquier movimiento no distinguen la presencia de un duendecillo rubio de ojos azules que sobrevuela sus cabezas. En uno de sus giros una de sus alas roza la bolsa de anacardos que se precipita al suelo vaciándose por completo. La niña con trenzas corre con la bolsa vacía al amparo de su madre la cual le lanza una mirada inquisidora que la paraliza antes de llegar a destino.
En el mundo al revés a través del espejo la gran reina de corazones, reclinada en su trono, mira expectante a sus súbditos. Un silencio terrorífico envuelve la sala y nadie se atreve a levantar la mirada. Unas gotas de sudor resbalan por la mejilla de una de las niñas allí presentes. La reina roja se incorpora con rapidez y sin esfuerzo de su trono, se aferra con fuerza a su cetro y elevándolo hacia arriba grita con todas sus fuerzas, !Que le corten la cabeza! Se cierra la ventana.