/> Desde hace días unas luces rosas de neón proyectan en la pantalla mental el ‘The end’ de esta etapa.
Siete y pico mil kilómetros, cien dias, dos países, ciento veintisiete ciudades, nueve camping, seis libros, una docena de pasteis de belem, ocho lavadoras, dos islas desiertas, seis lagos, veintiún faros, un zorro y un aborigen, una cima de montaña, sesenta y un atardecer, once librerías, ocho reencuentros, un mar y un océano, trece brewery, cuatro tranvías, una batería, cuarenta y dos amaneceres, siete parques naturales, unas llaves perdidas, cuatro ecoaldeas, dos salas de yoga, tres desembocaduras de río, cinco lagunas, dieciséis playas desiertas, cuatro cascadas, tres puertos de montaña, diecisiete bosques, un teléfono, diez museos, un par de francesinhas veganas, treinta y siete momentos presente, dos desfiladeros, ocho piscinas, un arboretum, una visita al taller, tres funiculares, once enfados, catorce miradores, cinco agujeros negros, una multa, siete playas secretas, una performance, y el albergue ecológico el beso.
Ahora se abre una nueva etapa donde el corazón sigue siendo el guía. Es tiempo de celebración. Bendita fortuna la de encontrarnos en esta vida.