Amanezco con una sonrisa que se vino del último sueño que tuve.

Antes de abrir los ojos a la consciencia me quedo en el espacio de tránsito entre el sueño y la vigilia intentando visualizar en la pantalla mental lo experimentado. Así como un sueño lúcido en retrospectiva. Un invento de los míos.
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Me encuentro sentada junto a unas amigas en una sala pequeña de cine. Ellas haciendo preguntas y yo riéndome a carcajadas. Sin querer controlar la risa que emerge desde el centro del cuerpo la expulso a borbotones con cada exhalación. Las mejillas se contraen de dolor. El brillo de los ojos se acentúa. Se acaban las preguntas. Se multiplican las carcajadas. La sala se baña en una risotada colectiva.
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Apago la pantalla mental, abro los ojos, me levanto, y de camino al baño me asalta un brote de carcajada y la expulso mientras me cruzo con una pareja de senderistas de semblante serio. Antes de cerrar la puerta del baño escucho unas risas alborotadas de camino al sendero que lleva a la cima de la montaña.