274180862 10160518798596318 3554556718334393128 nUna barca pilotada por un capitán de diecisiete años y un grumete de cinco nos llevó al encuentro con las mantas rayas oceánicas.

En el segundo intento saltamos emocionados al agua y en un abrir y cerrar de ojos varias mantas de dimensiones gigantescas nadaban elegantemente a nuestro alrededor. Una de ellas se dirigió hacia nosotros abriendo la boca y mi cuerpo se encogió buscando en Carles cierta salvación. Celebramos el momento compartiendo barritas energéticas y pude detener al grumete antes de que tirara por la borda el envoltorio del delicatessen.
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De regreso a casa el cielo se cubrió con una profunda nube negra dejando al descubierto una intensa cortina de lluvia que tuvimos que atravesar. La barca embestía las olas con fuerza y se anegaba de agua por momentos. Sentados en una minúscula tabla de madera y empapados por el agua de lluvia y de mar nos dejamos mecer por las olas y pude observar varias decenas de botellas de refrescos, batidos, pañales y centenares de bolsas de plástico a miles de kilómetros de su lugar habitual. Las lágrimas se mezclaron con la lluvia y casi que morí llorando en el trayecto.
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La abundancia de la vida bajo el océano de este lugar es absolutamente abrumadora, mágica e inspiradora. No obstante, tortugas, tiburones, estrellas de mar, rayas y millones de peces comparten su habitat con los residuos plásticos que se acumulan en las profundidades del mar. En una de los snorkeling pude ver cómo un pez vestido con los colores del arco iris se afanaba en alimentarse de un envoltorio de plástico que flotaba a su alrededor. Quizás ese mismo pez luzca desnudo en la cena de Navidad de cualquier familia y el plástico de sus entrañas vuelva a su lugar de origen.
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De vuelta en Sorong, la capital de West Papúa nos encontramos causalmente a Cinta. Durante la cena el joven indonesio recogió con entusiasmo nuestra promesa de volver a Raja Ampat y nos regaló el compromiso de planificar la ruta hacia islas menos turísticas. Quizás allí la vida bajo el mar esté libre de plásticos y en la superficie los platos libres de pescado. Tras la cena compramos una camiseta serigrafiada con un ‘Save Raja Ampat’ y nos fuimos en moto a buscar unas cervezas para sellar la promesa, el compromiso y el reencuentro futuro.