El peregrino que llegó de Galicia a contracorriente de las flechas amarillas explicó que huía de las últimas etapas masificadas del camino francés.

Encontró refugio en un acogedor Bed&Breakfast Vegano en Rabanal del Camino, una zona maragata donde el cocido se come al revés. Desde su rincón observa el ir y venir de la pareja de hospitaleros afanados con limpiar, pintar y poner en marcha lo que antes fue un barco de piedra. Escucha sus risas, sus enfados y recoge lágrimas de alegría y frustración.
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Al llegar la primavera la hospitalera le obsequió con dos macetas de flores de colores y una ramita de laurel. Se emocionó al conocer a la familia y fue bendecido con una piedra de amatista morada que dejó reposando entre las manos del buda, con el que entabló una sincera amistad. Al atardecer se bebió una Bubela torrada, y la cerveza gallega le inundó de nostalgia el corazón. Recordó su plan de vida y prometió grabarse un audio para escucharlo cada día y tenerlo presente.
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Un día soleado observó como de la fachada sobresalían tres piedras que proyectaban una sombra perpendicular. Un señor de pelo largo canoso lo ayudó a subir hasta la piedra más alta de todas. A la mañana siguiente los hospitaleros le ofrendaron flores, incienso y piedras cargadas de buena energia. Tomó una inspiración profunda y con la exhalación sopló fuerte hacia el diente de león que dispersó sus semillas como si fueran pequeñas estrellas para guiar a los peregrinos hacia el oeste.
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Antes de abrir, la hospitalera barajó las cartas, lanzó la pregunta, confió en el proceso y volteó la carta. La serpiente abrazada al huevo cósmico la embriagó. Lo sagrado se manifestó en su corazón. El universo confirmaba su camino. Sintió el sostén de la manada y entendió que el viaje estaba completo pero no terminado, ahora se iniciaba el camino alineado con su verdad. Acto seguido, tomó la piedra con la palabra open escrita en ella y la colocó sobre otra piedra al lado de la puerta.