274180862 10160518798596318 3554556718334393128 nLa primera peregrina que durmió en The pilgrim stone llegó desde New Jersey un día lluvioso. Volvía a terminar lo que empezó años atrás.

No fue fácil entender su acento americano aunque el brillo de sus ojos sirvió de lenguaje universal. Vive cerca de una playa repleta de caballitos de mar que ella replica en plata y transforma en lindos colgantes. Una treintena de conchas se colaron en su mochila para depositarlas en la cruz de Ferro. Antes de marchar depositó una de sus creaciones en el altar del living room.
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Una pareja de ingleses casi vacian la caja de infusiones mientras rememoramos la vida British. Algo más acostumbrada al acento mantuve la cordura en casi toda la conversación. Ese mismo dia una pareja de mexicanos se deshacían en halagos por estar en su ideal del camino. Chiquito, bonito, cálido, rústico, casa, con una atención inmejorable, al igual que el desayuno, que todos devoraron con entusiasmo sin ser veganos ninguno de ellos.
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Una ráfaga de granizo entró por la puerta al recibir a una pareja de eslovenos que también culminaban este año la hazaña de llegar a Santiago. Ella me recordaba tanto a una compañera de colegio que me quedaba embobada observándola dudando de si era Silvia o no. Alternaba entre español, inglés y eslovaco con suma facilidad y contó que está escribiendo un libro sobre la etnia gitana. Nos despedimos con varios selfies y abrazos antes de continuar su camino.
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La lluvia ha oscurecido la piel del peregrino de piedra y aunque no hay flores que aguanten su continuidad el bambú resiste sus embestidas. Saluda a todos los peregrinos con un buen camino y se atreve con los primeros abrazos que le sostienen el corazón en cada atardecer cuando en la aldea la oscuridad se cierne sobre ella y los sueños de los peregrinos despiertan. La turmalina negra depositada en cada cama le facilita colarse en sus sueños y regarlos de estrellas que guíen su camino del día siguiente.