274180862 10160518798596318 3554556718334393128 nSe convirtió en tradición meter los pies en el mar mediterráneo a las doce de la noche mientras atrás quedaban las litronas, los cigarritos y alguna persona durmiendo la mona.

Años más tarde fueron las olas oceanicas las que bañaban los pies una docena de veces mientras en la arena ardían los juanillos en una gran hoguera. Salté el fuego en varias ocasiones y quemé con sus llamas lo que no me atrevía a verbalizar en ese momento.
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Hace diez años celebré mi llegada a Santiago el veintitrés de Junio. En esta ocasión el fuego se generó en el interior y a ritmo de la llorona de Chavela Vargas pude apagar el incendio provocado tras recibir un par de besos en el alma. Las siguientes celebraciones de San Juan se sucedieron en lugares tan dispares como Bath, La llacuna, con la floki en alguna playa, La Senia, en el albergue el beso, en Bali, y este año en una minúscula aldea de Leon sin hoguera ni agua que purifique la piel.
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Con la primavera me regalaron un abono en primera fila para el concierto que ofrece la bandada de pájaros a las seis de la mañana en la única ventana de la casa, así que abro los ojos al ritmo de sus melodías. Después desenrollo la esterilla y con movimientos suaves, acompasados con la respiración trato de despertar el fuego interno. Cuando lo consigo genero la fuerza y el poder necesario para sostener lo que sea que acontezca fuera y dentro de mi.
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Ese día el checkin se solapó con el almuerzo y tras recoger sábanas y toallas abrimos las puertas del jardín interior para tratar de calmar la mente y el cuerpo a tres peregrinas. Finalizada la sesión, Carles tomó dos copas y yo, la botella de vino y una vela blanca. Cruzamos la calle y nos sentamos bajo el árbol que gentilmente está recogiendo las celebraciones de esta década de amor. Brindamos y saboreamos el momento en la más absoluta quietud. La magia de San Juan y la vida en cualquier lugar y momento.