Desde Argentina llegó buscando sus ancestros con una partida de nacimiento y dos apellidos. Habló con las vecinas a la búsqueda de pistas y con los hospitaleros sobre los hermosos lugares de su país.

Desayunó junto a un padre americano que camina con su hijo para celebrar su boda de este verano. Por primera vez desde que abrimos las puertas los sueños de los peregrinos fueron todos en español y no hubo desayuno al día siguiente.
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Una peregrina japonesa, al despedirse con un abrazo ligero de la hospitalera, le regaló una mascarilla facial para que hidrate su piel. La canadiense de sonrisa radiante y perenne puso entre sus manos una moneda, le susurró algo al oído y sus lágrimas bañaron el momento de una belleza sin igual. Más tarde los hospitaleros se fueron a pasear por los alrededores cogidos de la mano. A los italianos no les gustó la cama y se quejaron por escrito advirtiendo que no volverían, mientras sonreían a la hospitalera al verla.
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Un día llegaron ocho mochilas para una reserva de tres peregrinas. La irlandesa creyó que había seis camas en la habitación twin. Fue fácil repartirlas en la aldea y a la mañana siguiente todas desayunaron vegano. Una de ellas arrastra un dolor grande, profundo en su corazón y fue la primera en caminar hacia la Cross de Ferro. Desde Manchester llegó ella con una tendinitis para quedarse tres días. Se embriagó del silencio, disfrutó los desayunos y practicó alegremente su español con los hospitaleros. En la despedida prometió enviar una carta al volver a casa.
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Eligió la pizarra con vetas amarillas y garabateó en tiza palabras en inglés y en español. Se sentó en el banco y me contó sobre las guerras que asolan el mundo, la cronicidad entre Rusia y Ucrania, el genocidio de Israel sobre Palestina, la lucha de poder entre Iran e Israel, los conflictos en los Estados Unidos, los discursos fascistas de algunos presidentes, la corrupción política, la adicción a las pantallas, el cambio climático…No logro entender esta destrucción masiva del planeta y de la humanidad si en realidad ‘todos somos uno’, dije a modo de abrazo compasivo hacia ella.