274180862 10160518798596318 3554556718334393128 nEl peregrino brasileño explicó que no quiso cargar a su hijo con el peso de llamarse Demosthenes, como hizo su padre con él y lo bautizó como Joan.

En el mismo día una peregrina coreana y un peregrino taiwanés utilizaron sus móviles para comunicarse con la hospitalera. La coreana, al llegar, preguntó por el ascensor y el taiwanés se enfadó porque ese día el wifi era algo inestable y no había armario en la habitación donde colgar todas las quejas que guardaba dentro de la mochila.
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Un matrimonio mexicano afincado en California relataron que están por volver a sus raíces a disfrutar de la jubilación. Ella habló con la hospitalera por horas mientras el marido paseaba tranquilo por la aldea. La pareja de australianos que se quedó dos dias y descansó en el jardín interior escribió una review veinte días más tarde donde se enumeraba lo negativo de la estancia. Lo positivo quedó almacenado bajo llave en algún recóndito lugar de sus corazones.
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La peregrina americana dejó la llave en la puerta de entrada y la hospitalera no consiguió entrar. Me tocó hacer algo de magia para que se colara por una de las ventanas. Más tarde encontró unos sticks que el peregrino chino afincado en la costa de sol, olvidó. Al abrir la puerta para el checkin encontró a una joven colombiana con un ramillete de flores silvestres para darse un baño. También hizo infusión de hierbas para todos y les regaló la receta de su obra de arte en el libro de peregrinos.
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La hospitalera se dejó caer sobre el banco que cobijo. Puso las manos sobre las rodillas y cerró los ojos. Relajó los hombros, la mandíbula, el entrecejo, el cuello. Su respiración se suavizó y motivado por el momento pulsé el botón de la pausa. El pasado y el futuro se congelaron, la atención la dirigió al cuerpo y sus pensamientos se diluyeron al exhalar. Soltó el control, del mundo, de casa, de ella misma. La rendición y la serenidad se colaron con cada inhalación y durante veinte minutos solo escuchó los latidos del momento presente.