274180862 10160518798596318 3554556718334393128 nDos peregrinas americanas solicitaron usar la mesa del salón porque competían en un campeonato de puzzles online.

En veinticinco minutos terminaron un puzzle de quinientas piezas aunque no quedaron satisfechas con el resultado. Las mexicanas plantaron el desayuno por los nervios del primer día. Un venezolano de apellidos españoles caminaba orgulloso al recorrer el país de sus ancestros. Las dos neozelandesas se atrincheraron en la habitación junto a un pack de seis cervezas y una lata de agujas.
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Un español cenó con nosotros para recordar el momento en que le pidió matrimonio a su mujer en un restaurante vegano. Unas peregrinas coreanas dejaron repartidas en la habitación las cáscaras de media docena de huevos. La pareja de la peregrina holandesa asaltó el altar y la hospitalera los esperó en el desayuno por veinte minutos. En la cena australiana el peregrino que camina con sus hijos agradeció el amor que impregna el ambiente.
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Una pareja de irlandeses sacaron de la maleta una tetera y una cucharilla de plata para el desayuno. Recibimos a dos vecinas americanas que caminan juntas cada día en su vecindario y es la sexta vez que recorren el camino francés. Un grupo de amigos que se conocieron en el camino hace siete años caminan para celebrar su encuentro y esa noche cocinamos para ocho de ellos. Se vaciaron tres botellas de vino en conmemoración de la amistad.
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Durante Septiembre me entretuve observando a la hospitalera. Recibí el latir de un corazón sosegado y abatido a ratos, una respiración en sincronía con el instante, los movimientos lentos, cierta flexibilidad en el pensamiento, un soltar el control de la práctica, la vulnerabilidad que baña su piel, acogí sus lágrimas vertidas por el dolor del mundo y su estela impregnada de amor, fuerza, confianza, tristeza, compasión, cariño, dolor, valentía y armonía. Lo introduje todo en una caja y escribí en la tapa, ‘eres el centro de tu quietud’.