Llama mi atención un remolque que está girando en la esquina. Va cargado de grandes troncos de árboles cortados. Deben tener muchos años, intuyo por el diámetro que queda al descubierto. Su corteza es robusta y pienso donde habrán quedado sus raíces.
El conductor maniobra ágilmente para colocar el cargamento en un trozo de césped que queda libre en la calle asfaltada. Un sonido intermitente acompañado de una luz naranja avisa del presunto peligro que supone abrir la puerta del remolque. Con una motosierra en sus manos y un cigarro en la boca, el presunto leñador comienza la faena. Al cabo de un rato gotas de sudor inundan su frente. Con un pañuelo de tela que saca del bolsillo de su pantalón se seca la frente sudorosa y aparca la motosierra para sentarse en lo alto de un tronco. Saca otro cigarrillo y saborea su descanso concentrado en las volutas que emergen de su boca. Y allí se queda durante un largo tiempo.
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Acá en el albergue las chimeneas están hambrientas y hoy las nubes vienen cargadas de agua. Se avecina tormenta. Mientras coloco los palos a resguardo de la lluvia, una tarea automática y de cierto esfuerzo físico, alguien viene a saludar. Descaradamente se posa sobre la mesa de pizarra y me mira con atrevimiento, después vuela a lo alto de los palos que amontono, y da por óptima la faena, de ahí al techo, donde me guiña uno de sus minúsculos ojos, luego se posa en el canalón y con un aleteo hace saltar gotas de agua sobre mi frente y por último vuela hacia las ramas del árbol de la entrada donde me dedica una deliciosa melodía. Es de pequeño porte y movimientos precisos. Pico corto, cola larga y buche anaranjado en contraste con el resto del plumaje marrón oscuro. Recuerdo cerrar los ojos, parar el tiempo, y conectar con el espacio del corazón.
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Y allí recogí su mensaje. Es tiempo de descansar de mi. It’s time to Do nothing. Resuena en mi interior una voz, ‘es la acción de la no acción’. Y aquí me sostengo, en este flujo continuo de consciencia donde encuentro la quietud y la paz interior necesaria para estar presente en el mundo. Y aquí me quedo durante un largo tiempo.