274180862 10160518798596318 3554556718334393128 nHoy es la tercera noche de abrir los ojos a las 3.15 de la mañana. El estridente maullido de un gato me trajo al mundo consciente. El resplandor de la luna se cuela por la ventana y lo siento como los primeros rayos del alba. Y ahora qué, me pregunto.

El silencio envuelve las palabras que brotan con emergencia para dispersar el momento presente. Con mucha amabilidad las va colocando en el rincón del descanso y como si fueran piezas del Tetris se van conformando frases y párrafos sin orden, sin control externo, sin expectativas.
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Ayer me sorprendí durmiendo con la férula dental puesta del revés. El agua caliente se tomó un día libre y el sol apareció después de comer para calmar las emociones sedientas de vitamina D que habitan el cuerpo caótico de estos días. Abrí la caja que contenía el sahumerio y aún perdura el olor de las hierbas en la habitación. Escribí mensajes en pizarras y mi piel quedó impregnada con el color de las tizas como si estuviera celebrando el Happy Holi en India. Hice una limpieza exhaustiva de la cocina y quedó inaugurada la temporada de experimentación culinaria. Grabé un audio para un periódico interesado en conocer las sensaciones de vivir aquí.
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Mañana, cuando vuelva a abrir de nuevo los ojos y el sol comience a nacer, volveré a saludarlo. Aparece cierta dificultad en conjugar verbos a futuro y decido concentrarme en la respiración oceánica que se va mostrando con seguridad. Me dejo mecer por el arrullo de sus olas. La pantalla del móvil se queda en negro, al igual que la pantalla mental. Cierro los ojos y vuelvo al descanso con la certeza de haber disfrutado de este juego nocturno.