274180862 10160518798596318 3554556718334393128 nEse día al abrir la puerta del albergue me encontré a una joven peregrina sentada junto al peregrino de piedra. Su sonrisa me atrapó de inmediato y difuminó cualquier rastro de inquietud que hubiera.

Camino más rápido de lo que pienso, dijo en un español con acento americano, y estoy muy emocionada por estar aquí. Una mariposa marrón con círculos anaranjados en las alas eligió su cama y mientras yo doblaba mantas ella me habló sobre sus diecinueve años de vida. Después salió al jardín a disfrutar de la tranquilidad del lugar donde pasó el resto del día.
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Dos peregrinas italianas hicieron casa a los minutos de llegar y compartieron historias del camino del norte donde una de ellas regenta un albergue. Una peregrina alemana de ojos claros caminaba como en una nube por el lugar agradeciendo a cada paso el poder del ahora con una inmensa sonrisa. Me encontré un par de peregrinos en el welcome. En realidad, somos cuatro, cinco, seis y siete, tienes sitio para nosotros? Dos de ellos me contaron que llevan casi dos mil kilómetros en la mochila y una hoja de ruta abierta, decidieron dormir en el bosque junto a Gandhi, arropados por su saco y una almohada inflable.
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La Shala de yoga acogió ese día a quince peregrinos que siguiendo las indicaciones de la joven peregrina yoguini exhalaron sus temores mientras conectaban unos con otros en cada respiración. I’m here, on my way. En la cena comunitaria, una chica holandesa inició una cadena y compartió su mejor momento del día después de su ‘para qué hacer el camino’. Cuando llegó mi turno la emoción avivó un par de lágrimas que pusieron de manifiesto mi mejor momento del día. Los abrazos de buenas noches fueron largos, intensos y profundos. Esa noche dormimos con una gran sonrisa de agradecimiento y soñamos con volver a encontrarnos en algún momento del camino.
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A la mañana siguiente, mientras limpiaba el albergue descubrí los regalos que dejaron esparcido por el lugar. En el bosque encontré una cesta de aventura con curiosidad suficiente para despertar proyectos dormidos. Debajo de una almohada recogí una bolsa con un boleto para viajar a otras culturas y absorber nuevas ideas que enriquezcan la biblioteca mental. En el espejo del baño habían escrito, que se difuminen los límites y que el yo se expanda libremente. Nuevamente se avivaron las lágrimas y mi corazón se embriagó de agradecimiento.