Un grupo de hombres sentados sobre la playa con sus cuerpos distendidos excepto por las retinas de carbón activado conversan sin mirarse.
He escuchado multitud de teorías, acusaciones y sentencias sobre mi vicio de hablar sin mirar a los ojos del interlocutor. Sí, que provoco desconfianza. Aunque también haya conocido compulsivos mintiendo cuando clavan la mirada sin pestañear, admito mi falta. He esquivado la mirada para esquivar la verdad. Otras tantas veces ni me entero de que me hablan, la sordera como alivio. En casos practico la escucha creativa, dícese de mi autocondescendiente afición por sesgar las ideas ajenas. Conste que en ocasiones, tergiversar a interlocutores que propinan opiniones monstruosas se llama compasión, y otra vez alivio. Cuando me esfuerzo y me concentro en tengo que mirarte, tengo que mirarte, tengo que mirarte, ya me perdí tu sabia hipótesis. En resumen, esos Moken charlando sobre una playa de Koh Lipe e ignorándose por la vista en alerta clavada sobre el océano, son mi equipo.
Leo que los Moken cuentan con un algoritmo superior para predecir tsunamis. Animistas, su tradición oral advierte sobre la gran ola que engulle a la gente. Se constató con el tsunami del 2004 que porcentualmente palmaron menos gitanos del mar que tailandeses payos. Explico su truco. Inmediatamente después de un maremoto, antes de formarse la gran ola, en la costa recula una marea baja extraordinaria, señal para los Moken en alerta sobre la playa que hablan sin mirarse de que los cuentos del abuelo no eran un cuento y toca huir cuesta arriba. Tómese nota que este mecanismo opera para todo tsunami, cualquier tsunami, hasta los democràtics. A la pleamar de cojones antecede una bajamar de salir por patas. Pero bueno, volviendo al mar de Andamán, en no sé que isla, quedó registrado que el tsunami del 2004 solo se engulló al moken inválido. Pueblo nómada y sabio pero, convengamos, de heroicidad relajada, mejor así. Dios nos libre, Thor nos libre, los sismógrafos nos libren de los héroes sedentarios ignorantes, mientras yo a lo mío: al sesgo de la cultura Moken para recrear en este diario a los gitanos del mar digital.