Sin vuelta atrasComenzamos la excursión en un tuctuc para 5 cruzando Alappuzha entre cláxones intermitentes a la velocidad del rayo. El cuerpo se encoge cada vez que nos cruzamos con otro vehículo.


Un capitán con traje marrón conduce el ferry con los pies. Su mirada ausente delata que viaja más allá de estos ríos.
Un hombre con bigote canoso y camisa rosa nos lleva hasta un lago donde una canoa de 1x4 metros nos espera tendida al sol. Miradas de incredulidad inundan el silencio que se rompe con órdenes directas para subir a ella.
10 minutos después atracamos en la casa del lago donde una señora de dientes alborotados nos prepara la comida. Cuento 15 cepillos de dientes y no logro encontrar el lavabo.
El backwaters con techo de bambú cuenta con 3 sofás chill para 6 y un capitán con bigotito. Atravesamos un portal cuántico y un mar de plantas acuáticas y toneladas cromáticas de verde anegan los sentidos. Om Shanti Shanti.
Navegamos entre cuartos de baños donde los bigotitos son perfilados al aire libre, entre lavaderos donde los saris, lunguis y kurtan son golpeados en piedra lisa para limpiarlos de impurezas y entre cocinas, donde las ollas se preparan para el siguiente manjar. Asoma una mano del agua, y después emerge una cabeza seguida del cuerpo. Es el momento de enjabonarse. Igual, después coge la caña de bambú y la lanza al agua para pescar el almuerzo.
Las opciones de vida en el canal parecen infinitas.