274180862 10160518798596318 3554556718334393128 nLa isla de Flores nos retuvo unas horas en su aeropuerto como señal de cariño. Llegados a Bali un sonriente indonesio nos guió a carrera por el aeropuerto hasta alcanzar la puerta de embarque minutos antes que la cerraran.

Como si hubiéramos viajado en una línea de polaridad en ese vuelo de seis horas, aterrizamos en el polo opuesto. De los espacios pequeños a la grandes, de la aglomeracion callejera a la dispersión individual, de la basura en las playas a la pulcritud de la costa este australiana. El bullicio en contraste con el silencio. Donde están los niños? El césped recién cortado. Los buzones en cada esquina. Los coches enormes. Los perros bien nutridos y con cadena. Las calles vacías, donde están los australianos?
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Me estrené con un turmeric latte mientras incrédula observaba en la fila del café a un señor con media barba canosa y medio bigote. Tras un merecido descanso fuimos a recoger a la hermana menor de la floki. La conexión fue inmediata y nos adaptamos al hogar de forma fácil y rápida. En el súper una señora hacia la compra con dos periquitos, uno en cada hombro, que saludaron al cruzarme con ella. Allí me reencontré con el roiboos. En estos cinco días he visto ballenas de nueve metros saltando del agua, delfines, canguros, pavos brush, un equidna y varios shorebird atrevidas. La sensación de estar dentro de un documental de la National Geographic me acaba asaltando a cada rato.
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Ahora rodamos por las carreteras secundarias de la Pacific coast way acercándonos a una vida más salvaje. Despertamos con el sunrise y la whale nos lleva a descubrir lugares remotos y poco transitados, despliego la mat, cocinamos, echamos la siesta, leemos, escribimos y nos recogemos con el sunset en algún espacio tranquilo para brindar con una ipa. Por las noches el koala me abraza y nos envolvemos con los sonidos relajantes producidos por el canto de la ballena. Ella nos recuerda que todo es dual y que para comprender algo en profundidad hay que conocer a su opuesto. Una postal de indonesia a la espera de ser enviada a cala Felisa cuelga de una de las pinzas de la ropa en el living room de la whale.