274180862 10160518798596318 3554556718334393128 nA menos de un mes de alcanzar la línea ecuatorial de esta vida me encuentro con una señal que informa de los cinco mil ciento ochenta y dos kilometros que me separan del ecuador.

Casi los mismos que del polo sur. Sonrío tímidamente y encamino los pasos hacia la nueva etapa con brío y determinación. Media vida por delante con la experiencia de la otra media. La otra oportunidad para alzar el vuelo.
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A diario garabateo las hojas en blanco de un cuaderno australiano y recorto imágenes para recordar al calor de la chimenea en el campo base. Imagino que en la cercanía de la despedida a esta vida prenderé un fuego con todos los cuadernos almacenados y liberaré las emociones descritas a cuatro colores. Quizás así ya no arda en el infierno.
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Encuentro una tienda donde comprar algo de sentido común porque siento que he perdido el compás. El frasco se ve vacío. Sigo las instrucciones, lo abro e inhalo el interior. Es inoloro. Se me eriza la piel conforme lo inhalado fluye por el cuerpo. Será mi sentido común, o el de la chica pelirroja que duerme en lo alto del coche? No lo reconozco. Quizás las canas se tiñan de rojo ahora.
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Aprendo a sostener la belleza desde la tristeza que eclosiona en el centro del pecho. Media sonrisa y una lágrima para celebrar las vistas de hoy. Una señora neozelandesa alaba mi práctica, muy bien para ti, dice. Lo que de verdad importa es la igualdad, el planeta, la lucha social y la buena música, le responden desde Carne cruda. Me miro en el retrovisor y pienso que con estos pelos también podría ser presidenta de un país.