Caminé entre cientos de gaviotas bulliciosas y conejos insaciables antes de llegar al borde del acantilado. Como distinguirlo entre tanto pájaro volando?
Allí, dijo Carles. Lo reconocí al instante ya que su vuelo dinámico marcó la diferencia. De manera eficiente, elegante y silenciosa el Royal Albatros, una de las aves más longeva del mundo nos roció de buen augurio en dos ocasiones.
~
A la hora de la siesta fui a pasear a una playa donde montones de algas gigantescas se acumulaban en la orilla. Como puede ser que aquel montón se mueva? Al acercarme descubrí a un león marino de unos quinientos kilos tumbado pacíficamente en la arena. Su ritmo respiratorio me atrapó y solo conseguí escapar cuando movió sus aletas frontales y me roció con miles de granos de paciencia.
~
Tantos han sido los trekking recorridos que las zapatillas han reventado. Los árboles cubiertos con una segunda piel, el canto inédito de los pájaros, el suelo esponjoso, los árboles muertos sosteniendo la vida de otros, el crecimiento en espiral de los helechos y el olor a musgo que todo lo envuelve, como el silencio con el que los árboles me arrullan y apaciguan mis inquietudes.
~
Las montañas encrespadas, los glaciares extinguiéndose, los lagos turquesas, los ríos caudalosos, los bosques nativos, los volcanes cónicos, los mares gélidos, los valles generosos, los fiordos profundos, los árboles milenarios, despiertan mi esencia, dejando al descubierto que soy del bosque y del mar, de la tierra y del agua, del aire y del espacio, y del fuego, el fuego que se despierta cada mañana tras la sadhana.