274180862 10160518798596318 3554556718334393128 nAl girar la esquina me encontré un saco blanco flotando en el espacio con un movimiento ondulante. Parpadeé un par de veces a fin de salir del ensoñamiento pero el saco seguía avanzando en mi dirección.

Poco a poco pude vislumbrar la cabeza que lo sostenía, la dentadura blanca se reflejaba en la oscuridad de la noche y delataba la sonrisa de la mujer que lo acarreaba y el good morning que recibía cada día me encajó en la última práctica. Recibí un impacto el ver la sala casi vacía e indecisa por elegir el lugar acabé desplegando la mat en el centro de la sala, lo que se convirtió en una desafiante despedida.
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Tras el mantra de apertura la sala se llenó de nuevas mats que derramaban nerviosismo y quedé rodeada por una decena de cuerpos en movimientos. Algún pensamiento perturbador se coló y casi repliego velas a la esquina aunque pude apagar la radio del pensar y recobré la armonía mental. Las invertidas estaban de holidays y su espacio lo ocupó un largo pranayama. Comencé inhalando la energía del comienzo para unos y exhalando la energía del final para otros. En savasana me convertí en el canal de transmisión de esa energía, inhalando el inicio y exhalando el cierre. Las manos y los pies crepitaban arrojando haces de luz al despertar de mi conciencia. Larga vida a Savasana!
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Han sido veinticuatro prácticas completas y el reencuentro con los backbends. Lo físico ha resultado confortable y lo mental algo más desafiante. En estos treinta y dos días lo importante no ha sido la práctica diaria sino la gestión de los procesos internos, aunque ambas caminen de la mano. He recibido abrazos que son casa en muchos países del mundo, he nutrido mi cuerpo de la más saludable alimentación y mi mente de conversaciones sanadoras y he aprendido a cerrar etapas con una gran sonrisa de satisfacción. Escuché que no hay que volver a donde se fue feliz.