El clima se volvió frío en el estado de Meghalaya y la incomodidad que me abrazaba desde hacía días se incrementó. La práctica se ralentizó, el carácter se agrió y se solidificaron varios prejuicios.
Salí a la caza de vitamina D y encontré una peluquería donde un joven indio aclaró mi melena de pensamientos. Una habitación morada con sábanas bordadas y doble edredón sirvió para apaciguar el suplicio de recorrer las colinas ondulantes en un pequeño coche hasta llegar a la morada de las nubes.
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Lo soñamos hace dos años en el albergue y después de tres mil quinientas escaleras de bajada en la ida y de subida en la vuelta caminamos por los puentes de raíces vivas admirando encandilados esta creación majestuosa. Dos jóvenes de la tribu khasi, los autores de esta obra en la naturaleza nos contaron que hacen el camino hasta dos veces al día como guías turísticas y explican cómo conducen las raíces del árbol para crear estos puentes que conectan a las pueblos cuando llegan las lluvias. No hay mejor arquitecta que la naturaleza, dijo la más joven de ellas.
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En cada sunset fuimos testigos de los gritos de clemencia del sol para la naturaleza que alumbra. Las imponentes colinas verdosas se difuminan con el humo de la quema de basuras aunque un cartel en el bosque asegura que no queman plástico. Decenas de pequeñas tiendas riegan de envoltorios los caminos del bosque y cientos de botellas de agua se acumulan en los alrededores. En los márgenes del rio bajo el doble puente se acumulan restos de ropa, cuerdas y algún que otro envase de plástico.
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Rodando en moto por carreteras polvorientas sin pavimentar nos tropezamos con un puente de raíces vivas ajeno a las turistas, con algunas menos escaleras y sorprendentemente, libre de plástico y basuras. Elegí una roca por donde cruzaban sus raíces, crucé las piernas, cerré los ojos y el sonido de la respiración lo invadió todo. Después de exhalar la incomodidad que me rondaba, the jumping forest emergió de una de las raíces más gruesas del puente, se acercó a mi, tomó mi mano derecha y juntos emprendimos el camino de vuelta a casa.