274180862 10160518798596318 3554556718334393128 nCinco minutos antes de salir de Gangtok el conductor del jeep nos informó que la carretera principal estaba cortada y que el desvío doblaba el precio del ticket y triplicaba las horas de viaje.

Mi atisbo de queja fue fulminado por la actitud compasiva del resto de pasajeros. Siete horas y media después desembarcábamos en un maloliente descampado de Siliguri, donde algunos rezagados aún pintaban el aire con los polvos coloridos del happy holi. Paramos un bus en la carretera y embutidos en las mochilas nos colamos de nuevo, en la última fila. Una hora y media después el corazón bombardeaba exaltado mientras buscábamos la oficina para sellar la despedida de India.
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Nos recibió un oficial de información que tras informarnos que la frontera estaba cerrada para extranjeros siguió disparando ráfagas de fuego en su teléfono. Casi rozamos con los dedos el viento que sopla en la cordillera más alta del mundo. Tras suplicar opciones nos montamos en un ricksaw a la caza de un bus nocturno con destino a la frontera abierta. En el camino se cruzó una isla tailandesa que tambaleó el incierto destino al que nos dirigíamos. De la oscuridad emergió un bus quince minutos antes de su salida. Tras un rápido y atropellado abastecimiento de unas galletas, cuatro chapatis, un chana masala y una recarga de gigas caimos rendidos en los dos únicos asientos disponibles.
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Tras diez horas de sueño interrumpido y con los primeros rayos de sol despertando nos mudamos a un bus local que nos regaló un espectacular amanecer. Dos horas después un oficial de inmigración contaba los días de estancia en India mientras cruzábamos los dedos para evitar una multa. Ya veo que os gusta la India, dijo mientras estampaba el sello de salida en el pasaporte. Cruzamos el puente sobre tierra de nadie y nos unimos a una sesión fotográfica con un grupo de jóvenes indios. Con cierto nerviosismo y sin dejar de sonreír abrí la puerta de la oficina donde conseguimos el sello de entrada que hace cuatro años quedó en el aire. Al devolvernos los pasaportes el oficial nos lanzó un sonriente, Bienvenidos a Nepal.