274180862 10160518798596318 3554556718334393128 nHace nueve años que retengo el tiempo antes de festejar el solsticio de verano para revisar, a nivel fotográfico, lo que ha sucedido en el último año. Para facilitar este proyecto de introspección lo acompaño de la libreta donde brotan los sentimientos en formas de palabras.

El resultado es un álbum de fotos rebosante de otra etapa caminando juntos. En la última aventura por el mundo fue imposible realizar tal hazaña por lo que ahora reflexiono sobre las experiencias de hace dos años cuando vivíamos en un bosque gallego y nutríamos a los peregrinos que nos visitaban.
~
A veces cuando estoy seleccionando la foto en cuestión, se me mete por los ojos y me descubro sostenida en la hamaca de Gandhi, uno de los castaños centenarios del bosque. Allí me envuelven cientos de enriquecedoras conversaciones, me acunan los acordes de una vetusta guitarra, me regocijo en miles de generosos abrazos y me alimento de toneladas de sonrisas que sobrevuelan este trozo de bosque gallego. Los checkin a las cinco de la tarde, el ulular de la lechuza, las cenas de veinticinco, la falta de vitamina D, la serie Pacífico, los dos billetes de avión, una comunidad de ratones rebeldes y arañas gigantes.
~
Esta mañana limpié un par de ventanas del salón con unas hojas amarillentas de un periódico del año dos mil y sin mucho esfuerzo conseguí que los cristales quedaran impecables. Al atardecer los rayos del sol los traspasan sin dificultad para alumbrar a Ganesha, el dios Hindú que elimina los obstáculos del camino. La lograda nitidez enriquece los vestigios de esta etapa pasada y los rayos de sol se filtran por mis ojos para alumbrar lo auténtico. La claridad lo inunda todo, no por usar las gafas naranjas que sofocan mi latente presbicia, sino más bien por este acto reflexivo al que me someto cada año.