Me sacaron del letargo unos golpecitos metálicos contra el suelo que escuchaba en la lejanía. Entreabrí ligeramente un ojo y comprobé que aún era de noche.
Por unos instantes deambulé por un espacio liminal sin vestigio alguna de donde me encontraba. De pronto despertó mi conciencia y eureka! eran los sticks de los peregrinos madrugadores los que agitaban mis sueños en la misma habitación donde hacía ocho años fantaseábamos en paralelo con una vida en el camino de Santiago. Volvimos al punto de partida, o al menos a uno de ellos.
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Un par de días antes pasamos a saludar a Gandhi, el castaño centenario del Albergue Ecológico el beso. El paisaje nos cautivó de inmediato con una explosión otoñal de colores ocre, rojizo, amarillo y naranja de los árboles del camino. Lo encontramos cubierto de musgo fresco y con alguna que otra seta su interior. Se alegró enormemente cuando le narramos nuestra aventura around the world. Me invitó a sentarme en su regazo y balanceó con suavidad las incertidumbres que campan a sus anchas en mi territorio.
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En un par de ocasiones desgustamos el menú del peregrino vegano. Decenas de peregrinos asiáticos nos saludaban risueñamente. Comimos nuestras primeras castañas. Nos encontramos con viejos y queridos amigos. Saludamos al peregrino de piedra que todavía da la bienvenida en el albergue el beso. Nos sumergimos en la morriña y lloramos de agradecimiento por lo vivido. Visítamos el huerto cubierto de ortigas que aplaudieron nuestra llegada con unos cuantos fogonazos. Brindamos con unas mil nueve por aquél maravilloso año.
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En el altar frente al cual despliego la esterilla en estos días hay un teléfono negro rotatorio, donde metías el dedo en el número a marcar y dabas la vuejta al disco hasta el final. The telephone of the wind, reza en una tabla de madera a su lado. Aunque su finalidad es dejar y/o recibir mensajes de personas queridas que emigraron a otro plano, al terminar la práctica de hoy lo descuelgo y lo acerco a la oreja. Están por llegar vientos de transformación profunda, aprovecha para cultivar la presencia y entrenar la aceptación de la incertidumbre que reina hoy en tu vida. Bendita sea la fortaleza que habita bajo mi piel.