274180862 10160518798596318 3554556718334393128 nCuando vivía en Bath acudía al TimeBank con el fin de intercambiar habilidades por el aprendizaje del idioma. Comencé en el grupo de jardinería, no por mis dotes botánicas sino porque escaseaba el personal.

De tres a cinco de la tarde, dos días a la semana, un grupo de diversas nacionalidades arreglábamos los jardines de personas mayores mientras ellas nos preparaban el té con pastas, y nos invitaban a levantar el dedo meñique en cada trago de este hábito tan British.
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Así conocí a Iona, una profesora de idiomas nonagenaria que se esforzó más que yo en que mi inglés adquiriera cierta destreza y elegancia. Nos reconocimos al instante y todas las semanas compartía la cup of tea y la vida con ella. Una tarde me explicó que veinte años atrás esparció las cenizas de su marido en el jardín y que cada día introducía en la tierra una semilla. Yo soy esa semilla. El riego es tan importante como la siembra, dijo mientras regaba los brotes que ahora cubrían la totalidad del jardín.
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En mi cumpleaños, Rowan, la coordinadora de jardinería llamó para un servicio urgente. Me saludó con un happy birthday my friend y condujo hasta una de las colinas que rodean la ciudad. Quise preguntar dónde quedaba el jardín en crisis pero la vergüenza de balbucear en inglés me postró en el más absoluto silencio. Al bajar del coche me dio una pala y una bolsa de tela. Nos adentramos por un sendero hasta alcanzar un claro. Con un fuerte abrazo me regaló la oportunidad de plantar la semilla de un árbol envuelta en una intención.
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Tiempo después, un tatuador inglés dibujó lineas simbólicas desde mi ombligo hasta la garganta. En el centro del pecho perfiló una semilla que echó raíces y brotó en un fuerte tronco con infinitas ramas. Trazó las alas de una libélula que impregnó al árbol de madurez para afrontar los cambios. Hace unas semanas en un ritual de cierre unté con las cenizas de aquello que ya no me sirve las raíces del árbol tatuado y se abrió un hueco por donde cada mañana en la esterilla se cuela el aliento de la exhalación que sirve de riego fértil para las semillas que habitan mi jardín interior.