274180862 10160518798596318 3554556718334393128 nElla no ha hecho el camino y no ha sido impedimento para dibujar los trazos de la portada del Pilgrims’ book. Desconocía que esos trazos conformarían mi partida de nacimiento y que en las hojas en blanco cientos de peregrinos escribirían en decenas de lenguas.

Ella cerró los ojos, abrió la intuición, tomó su pincel y sus manos trazaron lo que pulsaba su corazón. Mas tarde supe que había conocido a la hospitalera meses atrás aunque sus caminos se encontraron en otra vida y eso las conectó como hermanas.
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Cuando el paquete llegó los hospitaleros se tomaron su tiempo e inmortalizaron el momento con la cámara para después mostrármelo. Me gusta ver sus caras emocionadas descubriendo cada trazo allí esbozado, el lobo y la loba olfateando el territorio, las huellas dejadas, la simbología del camino, la llegada al punto más alto donde se desprenden las cargas acumuladas en la mochila, el espacio vacío de donde la esencia emerge, la infinitud del camino y la espiral de la vida.
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Observo a los peregrinos tocar la portada del libro con la yema de sus dedos y notar como la tinta se escurre entre las crestas papilares hasta llegar al torrente sanguíneo donde se reparte por todo su cuerpo otorgándoles de una energía extra que les impulsa a fluir con suavidad en los ocho kilómetros que les separan de la cruz de ferro. Pasan las páginas y me escriben pensamientos desde el centro del pecho. Es tanto el amor y agradecimiento que estoy recibiendo en este primer mes de vida que derramo gotas de un líquido acuoso por mis ojos y siento como se ablanda mi corazón pétreo.