274180862 10160518798596318 3554556718334393128 nCierro los ojos cuando aún es de día y los abro con las estrellas iluminando el cielo. Los niveles de vitamina D disminuyen mientras que el chubasquero vuelve a la percha de la entrada.

Encontré mucha quietud observando las flores que embellecen las piedras y las puertas maragatas abandonadas por sus dueños. Se respira la hermosura de los brotes que buscan la ansiada primavera. Maxi, el vecino tamborilero dice que hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo. Quizás esta primavera sea un efímero suspiro.
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Cada día me asomo al borde del precipicio y salgo corriendo en dirección contraria. No llego muy lejos ya que los desayunos de los peregrinos comienzan a las siete y media. Las velas, la música y el incienso me anclan a tierra y hacer magia con los ingredientes que encuentro en la cocina me devuelven al presente. Allí me quedo hasta que el claxon de la furgoneta de transporte de mochilas reclama mi atención. Intercambio con Sheila cookies por mandarinas, billetes por monedas, lo bueno y lo malo del ayer y me regala un abrazo espontáneo que sostiene el océano bravío del interior.
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La incomodidad se va suavizando y una pregunta se cuela mientras cambio la funda del edredón. Que me está pidiendo la vida? Al mirar por la ventana observo que se abrió la puerta de enfrente. Me deslizo hasta cruzar el umbral y descalza voy sorteando los obstáculos del terreno. Me siento bajo el único árbol cuyos brotes despuntan tímidamente. Acércate, no tengas miedo, dijo una voz en mi interior. No te sabotees huyendo, quédate y baraja las cartas. Un alce vino a incentivar mi energía masculina que deriva de la tierra. También trajo apoyo y estabilidad para sostener los cambios que me atraviesan.