274180862 10160518798596318 3554556718334393128 nUn ciclista español dejó en la habitación dos cartones de leche vacíos, antes de iniciar el camino reconoció que sufría una severa adicción a la lactosa.

Una joven americana tomó un par de chupitos del licor de hierbas para merendar y quiso quedarse una eternidad. Nos vemos pronto, dijo en la despedida. Un grupo de cuatro peregrinas sudafricanas bebieron litronas al sunset y cuando en el desayuno rompieron la taza favorita de la hospitalera estallaron los recuerdos de aquél viaje a Amsterdam.
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Tres americanas y una australiana, amigas del camino, se relajaron en el jardín interior y recomendaron el descanso a los de la etapa anterior. Una madre canadiense inició el camino en Saint Jean junto a su hijo de once años, en León se sumó el padre y ahora caminan juntos hacia Santiago. Una peregrina croata se quedó en sujetador mientras hacía el checkin con la hospitalera, alegando que le incomodaba el sudor.
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Unos ciclistas italianos se atrevieron con su primer desayuno vegano. Quizás me anime a seguir probando más, comentó uno de ellos antes de dar la pedalada de inicio. Una pareja de kiwis probaron la crafbeer gallega y el vino blanco del bierzo, la hospitalera los acompañó con aceitunas y alcaparrones del sur. Un joven irlandés se apuntó con otra craft beer, y luego llegaron un noruego y un austriaco. Frente a mi todos acabaron brindando por un Stop Genocide.
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Nuevas adquisiciones han llegado a casa, será que la inspiración de la hospitalera necesitaba espacio para brotar. Una artista local hizo magia con flores silvestres y materializó fácilmente una idea de la hospitalera. En las habitaciones lucen ahora las cajas de cerillas de madera serigrafiada para prender la luz de los corazones de los peregrinos. Ojalá que mi cosa nueva favorita no existiera, el cartel azul con una sandía donde reza, ‘Este establecimiento condena el genocidio en Gaza’.