274180862 10160518798596318 3554556718334393128 nUna pareja de ingleses mostró al hospitalero la Royal Enfield aparcada en su garaje y juntos recorrieron la India a través de las historias de sus viajes.

El peregrino francés de ochenta y dos años que llegó con dos de sus hijas no conectó con el espíritu del B&B y al día siguiente escribió una recomendación en la web de booking para que los dueños cambiaran de trabajo y se dedicaran al activismo político.
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Un peregrino mexicano con apellido de pueblo vasco se desvió del camino para ir a buscar sus ancestros. La australiana que volvió al camino después de once años le regaló un masaje a su cuerpo ya que escuchó que lo necesitaba. En una cena, peregrinos ingleses y americanos conversaron sobre budismo, veganismo y al finalizar repartieron abrazos con los hospitaleros para dar las buenas noches. Al día siguiente escuché a un peregrino preguntar, pero qué es esto de ser vegano?
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La americana se olvidó una bolsa con decenas de sobres de hidrolitos que alegraron las mañanas del resto de peregrinos. Una noche me colé en la habitación doble para descansar tras cancelarse dos veces en un mismo día. Un cura de Texas perdió a su rebaño y llegó apurado buscando conexión para encontrarlos. Al peregrino que se alojó dos días le veía flotar en una nube cada vez que salía de la habitación.
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Estas semanas observé como los ritmos de peregrinos y hospitaleros fueron disminuyendo. Como si aceptaran el momento presente sin pensar más allá del siguiente minuto. Uno de ellos me regaló un poema de Khalil Gibran. Al leerlo entendí que es justo cuando el río tiembla de miedo antes de entrar al océano, cuando ese miedo desaparecerá. Siempre invito a los peregrinos a caminar hacia Finisterre donde el río Ezaro a través de una cascada de cuarenta metros se vuelve océano. Be water, my pilgrims.