Los peregrinos españoles de semana santa tambalearon mis ‘para que estoy aquí’ aunque la pareja de catalanes y de canarios suavizaron el desasosiego. Conversaban alegremente con los hospitaleros y agradecían la quietud del hogar.
La reserva de la pareja de coreanos entró a última hora aunque llegaron los primeros. Su sonrisa se mantuvo firme en todo momento y casi no les reconocí cuando salieron a dar un paseo por la aldea.
A mediodía llamó a la puerta una pareja de daneses buscando refugio antes de lo previsto. La aspiradora y otros artilugios de limpieza les bloquearon la entrada y decidieron volver en una hora.
La primera peregrina que durmió en The pilgrim stone llegó desde New Jersey un día lluvioso. Volvía a terminar lo que empezó años atrás.
El peregrino que llegó de Galicia a contracorriente de las flechas amarillas explicó que huía de las últimas etapas masificadas del camino francés.
Lo que iba a ser un parto programado terminó siendo una boda inesperada. El alumbramiento se desplazó y la ceremonia del amor alcanzó la cúspide con avidez.
En los orígenes me reconocen como la hija del pintor, de Amador el pintor. En casa se pintaba todos los años, algunos hasta en dos ocasiones.
Nunca he parido una criatura. Desconozco lo que se siente al hacerlo. Tampoco he visto crecer el vientre durante los nueves meses de gestación para dejar espacio al nuevo ser.
© 2025 The Jumping Forest